Reflexiones sobre el paralelismo entre el Negacionismo Histórico y la Devoción Política: El Caso de Argentina

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En medio del torbellino político que caracteriza a la Argentina contemporánea, surge una inquietante simetría histórica que invita a una profunda reflexión. Así como en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial, se gestaba un preocupante negacionismo respecto a las acciones del régimen del momento, hoy en día observamos un fenómeno análogo en la esfera política argentina, particularmente entre los seguidores del economista y Presidente Javier Milei.
Al igual que aquellos que se negaban a reconocer o aceptar, o simplemente mirar para otro lado sobre las atrocidades perpetradas por el Tercer Reich, algunos sectores de la sociedad argentina muestran una fidelidad inquebrantable hacia un líder político, incluso cuando las acciones de dicho líder contradicen los valores democráticos y ponen en riesgo el bienestar de la población. Una falta de empatía por los más necesitados que hoy día eligen que alimento dejar de comprar o que medicamento ya no seguir tomando. Hoy en Argentina hay jubilados y niños que se van a la cama sin comer o habiendo comido tan solo una vez en el día.
En el contexto argentino actual, nos enfrentamos a una situación en la que el presidente ha tomado medidas que afectan directamente a la ciudadanía, mientras que la élite política-empresarial parece gozar de una impunidad que roza lo inaceptable. El salvaje ajuste a las tarifas, el recorte de fondos a jubilados, el corte de subsidios a la energía, el aumento de combustible y el ahogo monetario a las provincias, conforman un cóctel que nos remite a épocas como los años 90 o 2001, donde la población sufrió las consecuencias de políticas económicas desacertadas y una falta de empatía hacia los sectores más vulnerables.
A pesar de estas evidencias, los fervientes seguidores de Milei continúan defendiendo su postura, cerrando los ojos ante las consecuencias sociales y económicas de sus políticas.
Este paralelismo histórico nos insta a reflexionar sobre la importancia de la memoria colectiva y la responsabilidad ciudadana en la defensa de los principios democráticos. El negacionismo político, al igual que el histórico, socava los cimientos de la sociedad y nos sumerge en un peligroso estado de complacencia frente a la injusticia y la opresión.
En tiempos turbulentos como los que vivimos, es imperativo recordar las lecciones del pasado y mantenernos vigilantes ante cualquier intento de manipulación y distorsión de la verdad. Solo así podremos construir un futuro basado en la justicia, la equidad y el respeto por los derechos humanos y la justicia social, que para información de algunos, no es algo malo, sino algo necesario.

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